Nunca he sabido cómo empezar una historia. Siempre he pensado que escribir un libro o un relato sería fácil, pues ideas no me faltaban. Si hay algo que sí me faltó siempre ha sido la constancia. Me ha faltado cuando cursaba mis estudios de bachillerato, electrónica e incluso cuando escribía mi diario.
Si algo he admirado en la gente era la constancia. Eso le facilitaba el hecho de perseguir una meta, un sueño. Mi sueño siempre fue ser feliz independientemente de mis circunstancias, de si trabajaba o estudiaba, si reía o si lloraba, si hacía frío o calor. Perseguir la felicidad es como perseguir a un fantasma, cuando crees alcanzarlo se evapora, desaparece sin más. No hace tanto tiempo que me di cuenta de que no podía andar corriendo de aquí para allá sin rumbo fijo.
(este texto está sin terminar)
Si algo he admirado en la gente era la constancia. Eso le facilitaba el hecho de perseguir una meta, un sueño. Mi sueño siempre fue ser feliz independientemente de mis circunstancias, de si trabajaba o estudiaba, si reía o si lloraba, si hacía frío o calor. Perseguir la felicidad es como perseguir a un fantasma, cuando crees alcanzarlo se evapora, desaparece sin más. No hace tanto tiempo que me di cuenta de que no podía andar corriendo de aquí para allá sin rumbo fijo.
(este texto está sin terminar)